Cuanto más abiertos estemos hacia nuestros sentimientos, mejor podremos leer los de los demás. Daniel Goleman
Para fomentar la INTELIGENCIA EMOCIONAL es esencial que facilitemos a nuestro alumnado la confianza necesaria para que manifieste aquello que le preocupa, sus inquietudes, dudas, qué le hace feliz y aquello que le hace infeliz. Queremos crear espacios seguros para sentir, de manera que desde pequeños puedan expresar sus sentimientos y así lo harán de manera natural en distintos contextos y situaciones a medida que van creciendo.
El desarrollo integral de la persona presupone, además de un desarrollo académico, un desarrollo emocional. De nada sirve formar niños y niñas que se sepan los afluentes del Ebro si no son capaces de enfrentarse y gestionar una situación que les produce frustración.
La educación emocional está integrada en nuestras aulas de forma transversal y con ella trabajamos tres competencias intrapersonales (conciencia, regulación y autonomía emocional) y dos competencias interpersonales (habilidades socioemocionales y habilidades de vida y bienestar).
Identifiquen las emociones de los demás, sean capaces de controlar su ira, tolerar la frustración, desarrollar su empatía, etc. En definitiva, queremos un alumnado competente emocionalmente para que sepa enfrentarse a las distintas situaciones que la vida nos pone por delante y sea capaz de salir fortalecido de ellas.